Retratos ciegos

Esta es la consigna auto-impuesta de dibujar en una sola línea, sin mirar el papel, con los ojos fijos en lo que se dibuja. Autorretratos, partes del cuerpo, objetos, espacios, paisajes, personas que cruzan por la calle. El dibujo nace de la urgencia de volver a observar lo que se cree conocer; es una estrategia para soltar el control. Cada retrato en su estado más puro es insumo para nuevas lecturas. Es la base para coser, escribir poesía y reconstruir la memoria. Los retratos ciegos revelan que la mirada es fragmentada, selectiva, exagerada, subjetiva y caprichosa. Es el dibujo honesto en donde línea y ojo hacen el mismo recorrido permitiéndose la imperfección. La muestra se realizó en diciembre del 2019 en Book Vivant (Lima).

La crisis de los globos (2019). Estás tan cerca que no ves nada. Tú estás al servicio de la mano y ella guarda la memoria del cuerpo. Dibujas, cortas, pegas, ríes, coses, lloras. No tienes un estudio; todo sucede en tu departamento de 45 m2. No hay más distancia que cuatro pasos hacia atrás. Los das. Dos mujeres te miran: una sin pelo con la boca de rojo, y otra azul y asustada. Futuro y pasado. En el medio, la línea que organiza es tu abuela y sus botones. El mapa de tu vida te revela un presente en construcción.

La casa a la que no puedo volver (2019). Cierro los ojos. Ahí está la puerta de madera, el garage oscuro, el Volkswagen escarabajo de mi tía, mi abuela en la cocina. La baranda más larga y suave del mundo, la lata de galletas, las violetas del jardín, un perrito de madera. Me siento en el sofá de cuatro cuerpos, ese donde nos acomodamos a esperar los regalos de Navidad. Imagino la voz del abuelo que nunca conocí. La casa de la Av. Arequipa 3926 es la casa a la que no puedo ni quiero volver. Aquí, en mi memoria, no caduca, no envejece.

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