Espacio de yoga
Yoga es sincerarse. Es aprender a mirar con neutralidad los sucesos y acontecimientos internos y externos. Es la pausa dentro del caos, es volver a la esencia de las cosas, a esa pureza en donde todxs somos uno. Diseñar y construir un espacio para hacer germinar una comunidad de yoga apareció como la oportunidad para establecer un diálogo entre forma y fondo. Se optó por lo simple, lo honesto, lo crudo. Ladrillo expuesto, muros, vigas y columnas de cemento. El diseño estaba en constante transformación y muchas decisiones de diseño se tomaron durante los meses de obra. Se propuso un balance entre lugares pequeños e introspectivos y otros con la amplitud necesaria para dejar entrar la luz y mirar los árboles. La naturaleza polivalente del espacio era una invitación a la apropiación: para los yoguis y yoguinis, la sala de yoga era su sala de yoga, el estar era su espacio de descanso, la terraza era su oficina y se acostumbraron a dejar sus cosas en el baño. La vida humana era lo que completaba la arquitectura y la mantenía viva. No habían acabados, pero el color y la alegría estaba presente en los pequeños detalles: frases, plantas, amuletos…
Tuvimos que dejar nuestra escuela durante la pandemia, pero el cuerpo recuerda y la arquitectura de Espacioyoga sigue viva y respira en nuestra memoria.
Manifiesto
Somos una pausa para la ciudad ruidosa. Somos un humilde contenedor de expansión. Somos tribu, somos revolución. Somos ese espacio entre vértebras y pensamientos donde habita el amor.
Acompañaremos tu transformación. Respetaremos tu ritmo y tu libertad. Trascenderemos tus excusas con paciencia. Aquí siempre habrá tiempo para agradecer.
Somos lo esencial: respirar profundo, con optimismo, honrando el silencio y el camino del yoga.
Somos tú, yo y todos. Somos espacioyoga.
El proceso siempre vive en el proyecto.




Si algo nace de ti y tú lo habitas, ¿nació realmente de ti o a través tuyo?


