Haikus de papel
En mayo del 2023, inicié una residencia artística en Bosque Guardián (Selva Alta de San Martín, Perú) con la idea de aprender a hacer papel. Quería combinar poesía y materia, palabra y textura. Las circunstancias me llevaron a trabajar en un proyecto vinculado, pero que abarcaba una mirada más amplia del territorio y su paisaje natural y humano. Aún así, siempre me mantuve sobre mi mesa la magia de los papeles fabricados por las mujeres de El Progreso a través del emprendimiento Bosques de Papel. Usaban plátano, semillas, papel reciclado, y todo tipo de fibras. La gama de colores y texturas eran un paraíso para alguien que desde niña colecciona cuadernos y papeles. Las mujeres del taller eran divertidas, inteligentes, creativas y jugábamos vóley juntas. Este era un proyecto sostenible y sensible, fuerte en su fragilidad, valioso para nuestra Amazonía y nuestro país.
Esta mañana / llegas pequeño haiku / como el ave.
Decidí hacer el ejercicio diario de escribir un pequeño haiku cada día. El haiku es un poema de origen japonés de tres versos compuestos por 5, 7 y 5 sílabas. Es una condensación de sentido, una foto del paisaje. El haiku deja ir el yo; para este pequeño texto, el paisaje y el instante siempre son los protagonistas. Mi tarea diaria consistía en escribir un haiku en pedacitos de papeles. Cada haiku era una historia, cada papel era una historia. Y así, pasó un mes, y yo seguía recolectando estos poemas que me enseñaban a anclarme en el presente.

Mientras avanzábamos con la Instalación de Cordillera Escalera en el Aeropuerto de Tarapoto, me di cuenta de que el talento humano era una parte vital del presente de la montaña. Entonces, emprendí una nueva tarea: recolectar haikus de mujeres de diferentes edades que se vinculaban cotidianamente con el paisaje. Eran mujeres para quienes el viento, el jaguar, la lluvia o la mariposa no eran ideas, sino realidades. Eran mujeres que pensaban que no sabían escribir poesía. El poema era un puente entre ellas y la instalación, entre ellas y la escritura.
Recolectamos 25 voces, 25 instantes y usamos 25 tipos de papel para plasmar esos haikus. Cada pliego de 40 x 60 cm contaba una historia y estaba intervenido por materiales que recolecté durante mi estadía en la selva. Montamos estas piezas en un muro que dejó de ser la pared de un lugar de tránsito para convertirse en una galería de arte. Y junto a estos pliegos, pusimos nuevos papelitos, muy parecidos a aquellos con los que comenzó este ejercicio, para que los visitantes de la muestra pudieran dejarnos sus poemas, sus momentos.